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sábado, 14 de septiembre de 2013

Me llena de vergüenza e insatisfacción

Parece algo surrealista lo que me he encontrado hoy en un reportaje en la revista Yo Dona, magazine femenino del periódico El Mundo.

Concretemos: artículo "Una mujer a la fuga" llama mi atención. Como subtítulo se narra lo siguiente: "Su exmarido cumplió 11 años de cárcel por intentar matarla. Hoy, él está en la calle y ella se ve obligada a esconderse". ¿Realmente la Justicia Española permite esto? Sí. Y así se narra en el documental del que trata este artículo, y de esta mujer, Marta Angüita, una mujer obligada a huir de su exmarido, el cual la atropelló y la cosió a cuchilladas.

Un señor farmacéutico, una profesión de honra y renombre, normalmente asociado a buenas familias y de poder. Pero la violencia y los trastornos mentales no entienden ni de familias, ni de bolsillos. Y este ser despreciable está, hoy en día, en la calle. Misma opinión tengo de demás asesinos, homicidas o violadores. Y estoy siendo muy fina, los que me conozcáis lo sabéis.

Para más inri, está heroína ha tenido que oír de su propia madre, cuando casi es asesinada en plena calle por la persona que supuestamente más la amaba, que "¿qué escandalazo has armado?" ¿En serio, de verdad, señora? Su hija casi pasa a mejor vida y usted sólo piensa en que ha salido en prensa. Un aplauso para esta señora, por favor.




No se está haciendo nada en este aspecto. NADA. La policía no puede más que acatar la ley. ¿Y quienes tienen el poder de hacer las leyes? Los políticos, el Gobierno. ÉSOS. Ésos que cobran muy buenos sueldos para luego ni aparecer en el Congreso, es decir, para ejercer el trabajo por el que les pagamos y para el que los elegimos. Y no nos olvidemos, de cuyo sueldo disfutan muy bien. Mientras estas mujeres (y hombres, no nos olvidemos que el género femenino tiende a tener el poder de los hijos y jugar a su antojo con ellos, que no sólo los hombres son maltratadores, también lo son las mujeres) han de huir de su casa, de sus vidas, estos señores llenan sus bolsillos y sus vidas de experiencias a costa nuestra, y de ellas.

Nadie sabe lo que le deparará el futuro a Marta. Pero si nosotros permanecemos callados, o seguimos teniendo este tema como tabú en nuestra sociedad; ella, junto a otras mujeres (y hombres) han de huir. Párate un minuto a pensar: Si le puede pasar a Marta, me puede pasar a mi. ¿Es justa la vida que le ha tocado a esta mujer? ¿Qué ha hecho ella para merecer estar muerta en vida? Piensa que tú también puedes ser víctima.

El grave problema de nuestra sociedad es que tiende a callar, a hacer oídos sordos, a evitar ciertos temas. Sólo hasta que nos afecta. Entonces montamos en cólera, pero sin actuar como se debiese: dando la cara, acudiendo a plenos municipales, redactando instancias para las corporaciones. Eso es demasiado esfuerzo. Somos una sociedad de vagos y quejicas. Y me da vergüenza.

¿Dónde ha quedado ese espíritu revolucionario?

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